Martes 4.11.08
¡Qué día! Empezó temprano con la casilla de emails, bloglines, el facebook y hasta el gtalk repleto de mensajitos electorales.
A media mañana acompañé a M a caminar un rato por el barrio para “sentir” un poco el clima electoral. Pasamos por dos escuelas, vimos las colas para votar, los promotores de camapaña repartiendo volantes, y lo que más me llamo la atención, muchos inmigrantes (latinos, asiáticos, europeos del este) votando. Emociones: ansiedad, expectativa, esperanza.
Al caer el sol fuimos con un grupo de amigos a una especie de salón de eventos o boliche donde había una fiesta demócrata. Cantidades de gente joven, linda, moderna, y “soltera en busqueda de compañía” dijo uno de mis amigos. Teníamos hambre, sed y como ya estamos todos casados fuimos a buscar un lugar más tranquilo para comer, charlar un poco y luego sí seguir el escrutinio en masa.
Cenamos en un diner por Midtown y de ahí fuimos caminando al Rockefeller Plaza o Election Plaza como lo llamaban anoche (a los costados de uno de los edificios más grandes había dos pantallas gigantes transmitiendo lo que iba sucediendo en cada estado del país y en el centro un elevador azul y otro colorado que iban subiendo de acuerdo al conteo de votos).
Bocinas, gritos de felicidad, cantos, saltos, ganó Obama.
Nos quedamos hasta que habló.
O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má! O-ba-má!
De ahí volvimos a casa en subte. El primer tren llegó repleto y no pudimos entrar. Quedamos docenas, la mayoría jóvenes -con gorros de Obama, remeras de Obama, pins de Obama, carteles de Obama-, esperando el siguiente tren. Ya en casa pienso en todo lo que se espera de él ¿podrá?
Obama gana otro estado.
Vista panorámica del «boliche»
Rockefeller Plaza (con las pantallas y los balcones/elevadores)